the mechanics
I
I don't see you there:
they took your car, our car.
I want to say
yes, grandpa, it is there
to your left
-yes, just to your left
but the car is sick.
I look for you, I hope for you,
but it's only he, only him, I see.
II
the sick car is hoisted high
and mechanics, skinny and eager,
look underneath for signs of life.
there is marginal hope.
but hope all the same.
I leave it overnight and I think of
it alone in its hospital bed,
among the rows of others,
among the new, more efficient,
more cheaply fixed models.
I see it in the night as I lie
looking down, my head swinging
out of its passenger window.
I imagine I see the ground flying beneath us.
III
night has passed into day,
another day of waiting, and hoping
an afternoon telephone call tells me that your car,
grandpa, will last a little longer.
a little longer. if I drive with care
and look after the oils.
I wish I could help it
run more smoothly. I wish
I could be its skinny, eager mechanic.
I am told to go slow, be watchful of
warning lights. it is only well enough
to offer transportation. not comfort.
not now.
its paint is chipped and peeling like
the skin of a snake.
(I imagine the skin beneath is as
new and smooth as the skin of an apple,
but I won't be fooled.)
the fake leather seats are torn, and
spit forth foam. the turn signals are tired
of blinking, weary of telling others of
its intentions. the window is
obstinate; it refuses to acknowledge
the warmth of our fingers pressing its buttons.
IV
it is home now.
this very night it sits
in the cold of our garage,
protected from the hail
of the unpredictable texas weather.
I would say I'm sorry, grandpa,
but do not know exactly what to be sorry for.
but that's not what you want to hear.
I will see you there, grandpa.
on the seat beside me, between
him and me, precarious balancing act.
the kids in the back.
I will tell you to turn on the radio.
I will be your eyes and you will be my ears.
yes, grandpa.
the beach is there.
yes grandpa,
just there.
just to your left. |
la mecánica
I
no te veo ahí:
se llevaron tu auto, nuestro auto.
quisiera decir,
sí abuelo, está ahí
a tu izquierda
—sí, justo a tu izquierda.
pero el auto está enfermo.
te busco, esperando encontrarte
pero sólo estamos él y yo.
II
al auto enfermo lo alzan
y los mecánicos, delgados y ansiosos,
buscan debajo señales de vida,
hay un hálito de esperanza,
alguna esperanza es mejor que nada.
lo dejo que pase la noche y pienso
que está solo en la cama del hospital,
entre las filas de otros modelos,
más nuevos, más eficientes,
con arreglos más económicos.
lo veo en la noche, mientras me recuesto
mirando hacia abajo, mi cabeza saliéndose
por la ventana del pasajero.
imagino el suelo volando debajo.
III
la noche ha pasado al día
otro día de espera, en busca de esperanza
una llamada en la tarde me dice que tu auto
abuelo, durará un poco más.
un poco más, si guío con cuidado
si me encargo de los aceites.
quisiera ayudarlo
a correr mejor. quisiera
ser su mecánica, delgada, ansiosa.
se me indica que vaya suave, que vele
las señales de aviso. sirve
sólo para transportación, no comodidad
ahora no.
la pintura está agrietada, se está despellejando
como la piel de una serpiente.
(imagino la piel debajo,
nueva y suave, como piel de manzana,
pero no me engañaré)
los asientos de imitación de cuero están rasgados
escupen espuma. las señales de viraje están cansadas
de parpadear, abatidas de tanto decirle a otros
sus intenciones. la ventana está
obstinada, rehúsa reconocer
el calor de nuestros dedos oprimiendo sus botones.
IV
está en casa ahora.
está misma noche yace
en el frío de la cochera
protegido del granizo
del clima impredecible de texas.
me gustaría pedir perdón, abuelo
pero no sé qué se me debe perdonar.
pero eso no es lo que quieres oír.
te veré ahí, abuelo,
a mi lado en el asiento, entre
él y yo, el acto precario de equilibrio
los niños en la parte trasera.
te pediré que enciendas la radio
yo seré tus ojos y tú serás mis oídos
sí abuelo
la playa está ahí.
sí, abuelo
justo ahí,
justo a tu izquierda.
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